Tuvo que esperar 15 años para ser madre y el cartelito que hizo para recibir a su bebé se convirtió en un gran negocio - Infobae

2022-08-12 11:05:21 By : Ms. lancy liu

El 1 de diciembre de 2018, Mariana volvió a respirar como lo hacía antes. Estaba emocionada con la llegada de su primer hijo: Benicio. Ese que había deseado durante años, y temía no conocer por una traumática experiencia anterior.

Mucho antes de enamorarse de Augusto, el padre de Benicio, Mariana gestó durante ocho meses a su primer bebé, que no sobrevivió. “Tuve un desprendimiento de placenta. Fue el momento más doloroso de mi vida”. Estuvo varios meses sin salir de la cama, intentando superar esa pérdida. La vida siguió, aunque siempre un poco gris.

“Cuando me enteré que estaba embarazada por segunda vez, si bien estaba muy expectante, traté de no ilusionarme. Llevé todo con cautela. Le pedía a mi familia o amigos que no me regalaran nada. Sólo le compré la cuna cuando nació”, le cuenta a Infobae.

Benicio llegó sano al mundo. Con el paso del tiempo, Mariana recobró la seguridad. “En el transcurso del 2019 le fuimos armando su espacio en nuestra casa de Pilar. Y cuando me sentí lista quise hacer algo con mis propias manos. Las manualidades siempre fueron un cable a tierra”, dice.

Si bien Mariana estudió Comercialización, mucho antes pasó por otras dos carreras universitarias: Publicidad, Economía. Nunca las terminó, porque ninguna era su real vocación. Eso sí, antes de estudiar dedicaba gran parte de su día a pintar al óleo, algo que su padre le había enseñado. “A veces me despertaba a las cuatro de la mañana para crear y recién ahí retomar mis obligaciones. Era mi momento de pleno disfrute”.

Se recibió y trabajó en distintas empresas multinacionales. También tuvo un emprendimiento en el universo canino: abrió hotel para mascotas y luego un comercio de alimentos saludables. “Ahí conocí a Augusto”, recuerda.

Un poco antes de la irrupción de la pandemia, Mariana y Augusto planificaron un cambio de vida. Al frente de una pequeña agencia de marketing decidieron comprar un motorhome para recorrer Sudamérica. Un plan de vida para hacer de tres.

El virus frenó todas sus ideas. “Está estacionado en la puerta de nuestra casa en Pilar”. El coronavirus también sacudió la estabilidad económica de la familia. “No había mucho trabajo. Si bien teníamos ahorros, no sabíamos cuánto iba a extenderse la situación. Así que me puse a investigar en Internet qué podíamos sumar”.

En pleno encierro, en mayo de ese mismo año, Mariana decidió volcar toda su energía a decorar la habitación de su hijo. Dejó volar su imaginación, y lo primero hizo fue un cartel de bienvenida. “Busqué la lana, el vellón y lo colgué en la puerta del dormitorio. Me generó una sensación de paz”.

Mariana lo compartió con conocidos, y para su sorpresa la repercusión no tardó en llegar. “Me encargaron varios. Se generó un boca a boca que me ayudó a lanzarme como emprendedora”, recuerda. Con Augusto armaron un equipo: él se encargaba de la materia prima, y ella de crear y manejar las redes sociales. Funcionó. Los seguidores aumentaron y los comentarios fueron todos positivos. Casi dos años más tarde tiene 20 pedidos mensuales. “Tengo una demora de 70 días con pedidos desde el exterior”.

Su proyecto dio un giro inesperado después de un encargo especial. “Recibí un mensaje con un pedido curioso, que decía: ‘quiero una réplica de mi perrita Candela, una caniche colorada’. Me hizo recordar a Keira, mi primera mascota. Su muerte fue una gran pérdida porque me acompañó en el duelo de mi embarazo’”. Lo tomó como una señal, y se puso a crear.

Fue prueba y error. Los primeros modelos no se asemejaban al original. “Me costó bastante por todos los detalles: hocico, ojos y accesorios”, destaca. Pero con paciencia, lo logró. “Había encontrado mi pasión”.

Hoy es una artista. En las redes sociales la bautizaron como manos mágicas. Hace réplicas de hasta 8 centímetros de perros y gatos. También broches, prendedores e incluso portarretratos. Son una especie de homenaje a los animales que ya no están.

El proceso es muy minucioso, a partir de una foto entregada por los clientes, Mariana cose, da puntadas y deshilacha el fieltro para lograr la forma. Le lleva hasta tres días hacer una miniatura. El resultado es hiperrealista. “La reacción de la gente es impagable. Muchos me comentan que logro inmortalizar el espíritu de sus mascotas, o que vuelven a sentir su compañía. Es un hermoso homenaje, a mí me llena el alma porque cada creación guarda una historia”.

En Japón y Rusia la técnica es muy popular, incluso hay artistas que exponen por el mundo. Sin embargo, en Argentina es un oficio raro. “El otro día me di cuenta que llevo 490 réplicas. Ya casi no le dedico tiempo a la agencia de marketing. La gente me dice que mis manos están bendecida. Soy una afortunada de vivir de lo que amo”. El siguiente paso es retomar el proyecto de viajes. “Quiero subirme al motorhome y que mis réplicas crucen las fronteras”.