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2022-08-12 11:01:53 By : Ms. Wendy Dong

Barcelona Un enfant terrible es un genio precoz de ideas brillantes, que mantiene un espíritu rebelde con creaciones que ofrecen una visión rupturista de lo que está establecido y es convencional. En el ámbito internacional, Jean-Paul Gaultier, John Galliano o Alexander McQueen han sido tildados como tales, pero no hay que ir tan lejos para encontrar provocadores del hilo y la aguja. Desde este sábado, la Fundació Rocamora, en el barrio del Putxet de Barcelona, acoge gracias al fondo de la Fundació Antoni de Montpalau los modelos más representativos de los enfants terribles de la moda española. Se centra principalmente en la obra de David Delfín, en lo que supone una revisión única en Catalunya del diseñador malagueño que revolucionó las pasarelas de principios de este siglo. “Fue un personaje de culto, tanto por su legado artístico como por su trasfondo personal”, resume Josep Casamartina, historiador y crítico del arte y de la moda, director de la Fundació Antoni de Montpalau. David Delfín fue un pionero a la hora de apostar por el género fluido, la cultura del yo y unas performances artísticas que le permitían expresar el universo íntimo.  

Los orígenes de Diego David Domínguez González están ligados al arte. En 1999 David Delfín y el actor Pepón Nieto hicieron un homenaje al polifacético creador Joseph Beuys, customizando piezas militares de segunda mano con cruces de fieltro, palabras y frases en alemán pintadas con la mano izquierda. De aquí surgía su característica tipografía. La marca Davidelfín nació en 2001, junto con los hermanos Postigo y Bimba Bosé, musa del diseñador, como un proyecto multidisciplinario: “David Delfín creó un universo propio que lo conectaba con el arte contemporáneo y, sin querer hacer arte, lo trasladaba a la moda de forma intuitiva”, explica Casamartina. Su debut como diseñador fue en la pasarela Circuit de Barcelona.

Pero el estallido vendría un año más tarde, en la Cibeles de Madrid, con la colección Cours des Miracles (2002), inspirada en películas de Luis Buñuel, como Viridiana y Belle de Jour, y Lars von Trier, Dancer in the Dark y el cuadro Los amantes de René Magritte, donde aparecen dos enamorados encapuchados dándose un beso.

Sobre la pasarela, el cóctel creativo de estas referencias artísticas se tradujo en modelos de rostro tapado, sogas al cuello, rosarios de madera y piezas de seda que contrastaban con otras hechos con vendas sanitarias. El público, animado por la prensa, se escandalizó. “Este desfile coincidió con la guerra de Afganistán y se malinterpretó el mensaje transgresor”, reconoce Ismael Núñez Muñoz, conservador de la Fundació Antoni de Montpalau. El alud de críticas, sin embargo, no fue obstáculo para que la firma ganara en 2003 el galardón a la mejor colección y, más tarde, el Premio Nacional de Diseño de Moda. Envuelto en este aura de creador proscrito, David Delfín llevó a los límites su creatividad. La descodificación del género, la deconstrucción de las siluetas, los engaños visuales, el poder del mensaje para remover conciencias: “Cada hombre mata lo que ama”, dice un jersey negro suyo, con esta cita de Oscar Wilde. El diseñador quedó absorbido dentro de su propia obra. “Todo lo que ha hecho tiene una historia emotiva detrás, no hay nada dejado al azar”, añade Núñez. David Delfín siguió desfilando en Madrid y en Nueva York, envuelto de su tribu, que se convertirían en sus mejores embajadores. Bimba Bosé fue protagonista indispensable de la vida y la obra de David Delfín, con quien trágicamente compartiría un mismo destino: los dos murieron víctimas del cáncer en 2017. Ella tenía 41 años, él 47.

Acompañan el homenaje a David Delfín una treintena de vestidos de creadores que también han roto moldes en las últimas décadas. Así, la exposición empieza con Luis Fortes, uno de los mejores exponentes de los años 80 en Barcelona con propuestas atrevidas que se anticipaban incluso a las que haría después Thierry Mugler, muerto recientemente. De la década de los 90 en Madrid, está representado el dúo Vacas Flacas, que transgredia con sus piezas recicladas, confeccionadas con bayetas, guantes, toallas, calcetines o bufandas, como el abrigo del Barça. “Nosotros ya hacíamos upcycling en esa época”, dice la diseñadora Míriam Cobo. Hace unos meses, la actriz Milena Smit rescataba una camiseta de la marca en el último Festival de Venecia. La exposición también incluye cinco vestidos de espectáculo de Alaska diseñados por Juan Pedro de Moral, Little Joe Couture, y actual miembro del grupo de música Nancys Rubias.

De la misma década son también las piezas de Estanislao, el creador del método de patronazgo Eometric. Bibian Blue, discípulo de Luis Fortes, exhibe uno de los vestidos más espectaculares de la muestra: un modelo ceñido con alas de mariposa que pone en valor su arte en el ámbito de la corsetería, desde la vertiente más underground: “Me gusta el after-punk, la estética gótica y fetichista, y lo llevo al terreno de la alta costura”, explica la diseñadora. También está presente Mertxe Hernández con su marca MTX, que era un referente en el Born barcelonés de finales de los 90 y ahora está centrada en el mundo de la creación artística. Presenta tres de los diseños menos comerciales. “Una de mis piezas viajó al festival Burning Man”, recuerda la diseñadora. No faltan tampoco modelos de Gori de Palma, otro de los enfants terribles autóctonos que sigue trabajando en Barcelona. “La provocación como estética es uno de mis motores”, dice. Un estilo similar sostiene la firma ¡Ánimo Valiente!, que hace piezas con texanos reciclados desde una decidida marginalidad.

La nueva hornada de agitadores también está representada en la exposición de la Fundació Rocamora con Palomo Spain. La firma de Alejandro Gómez Palomo es mundialmente reconocida por su carácter teatral y porque desmonta a base de ingenio los géneros través de piezas de sastrería clásica que son como obras de arte: “A mí me gusta jugar y romper normas. No sé si de esto se llama enfant terrible o, directamente, sinvergüenza”, dice el diseñador. En contraposición a su habitual fantasía, Palomo Spain expone un vestido andrógino negro con aperturas laterales: “Es una pieza estilosa y sobria, que se mueve entre la masculinidad y la feminidad que también defendía David Delfín”, explica. A pesar de la fama, Palomo Spain, que ha vestido a Miley Cyrus y Beyoncé en una de las fotos más icónicas de Instagram, tiene los pies en el suelo: “Aprecio más que me digan que estoy inspirando a las nuevas generaciones ofreciendo refugio a las nuevas identidades”. Ahora la firma está inmersa en el proceso creativo de una nueva colección que presentará en Madrid. El qué y el cómo son un misterio, pero todo hace pensar que no será convencional. “No me veréis en una pasarela con un logotipo detrás ni representando a ninguna institución porque sigo haciendo lo que me da la gana cuando me da la gana”, concluye. Este es la actitud del enfant terrible.